domingo, 11 de mayo de 2014

Cincuenta y cuatro.

Dile al mundo que no me he rendido. Dile al mundo que no me he dejado caer. Dile al mundo que no existe el valor sin miedo. Dile al mundo que moría de miedo y vivía sin él. Diles que no me fui. Que me quedo. Que no lloro ni sonrío, pero tampoco espero. Diles que todo sigue igual de diferente. Y sobre todo, diles que vivan antes de nada. Que se dejen la piel en sus sueños de cada noche. Que se arranquen la cabeza por aquello que aman. Que no dejen los imposibles para luego. Sobre todo diles que yo estuve allí; y si no he estado, estaré. Porque al final no todo trata de ser recordado. La vida es hacerse recordar.