sábado, 30 de agosto de 2014
Sesenta y dos.
jueves, 7 de agosto de 2014
Sesenta y uno.
domingo, 3 de agosto de 2014
Sesenta.
Cuando todo se termina y lo que queda es respirar aire sin oxígeno. Ya no sabes qué más hacer. Hacia dónde ir. O cómo avanzar. No puedes dar más pasos porque estás al borde del precipicio. Quisiste caminar tan rápido que nadie te alcanzó y ahora estás tan sola que ni te acuerdas lo que es intercambiar palabras. Y como todos chillan para pedir auxilio, tú te sientas a esperar algo que no va a llegar. ¿De verdad creías que esto iría a algún sitio? Hasta el más inculto en este mundo sabría que tú estabas dispuesta a dar un paso más y tirarte al vacío, y que él no sería capaz ni de dejar de gritar de miedo.
sábado, 2 de agosto de 2014
Cincuenta y nueve.
Pero como no podía ser de otra forma, todo pasa el día veintidós. Que no es por decírmelo a mí misma ni nada, pero autoconvencerme de que según el número de veces que escribas que estás bien, varían las veces que realmente estás bien, es algo que ya no me afecta. Y ahora entiendes. Entiendes nada y todo. Entiendes lo suficiente como para darte cuenta de que no merece la pena vivir por los demás. Ni por tí misma. Solamente has de asumir que vives en un mundo donde pase lo que pase, sigues viviendo aunque no estés lo suficientemente viva.