martes, 2 de diciembre de 2014

Sesenta y siete.

Somos todo aquello que una vez juramos no ser. Eso que decidiste no hacer nunca y olvidar siempre. Te conviertes en tu propia batalla. Somos eso que el recuerdo busca tras de sí una y otra vez. Un millón de cicatrices a las que hemos cogido el gusto. Somos una suela desgastada de zapato caro, el valor es el mismo que en un principio, el precio que dan por tí no. Somos los latidos del corazón que se escuchan cuando lloras a pleno pulmón. Somos un complejo inmenso. Y estamos rotas, desgastadas, olvidadas. Y aún así somos las palabras más bonitas jamás dichas. Los gritos más impotentes jamás oídos. Las lágrimas más sentidas jamás lloradas. Somos un puñado de imposibles que otros ya consiguieron antes. Somos eso que nadie quiere ser, pero que todos envidian. Como un invierno en la playa, una película interminable o una fotografía en blanco y negro. Somos lo que nunca quisimos ser, lo que nosotros decidimos ser. Somos una puta contradicción en toda regla. Creemos que podemos saber lo que somos y nunca estaremos seguros. Porque no elegimos ser lo que nunca quisimos ser. Somos tan inseguros que ser quienes no queremos ser, y hacer lo que no queremos hacer, quizás sea lo mejor para el mundo.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Sesenta y seis.

Volverte hielo, frío, nieve. Machacarte el cerebro para que no duela el corazón. Pensarte a escondidas y a los cuatro vientos. En cada día, a cada hora; con cada gesto y por cada palabra. Te vuelves hielo. Y siembras en tus ojos una semilla de "todo va bien". Y cambias de guión porque sabes que esto es una película que nadie verá jamás. Y ahora eres nieve. Ahora mueres por todo y vives por nada. Y te conviertes en una mañana lluviosa de abril. En un susurro interminable de agosto. En una tarde fría (helada, congelada) de noviembre.

jueves, 23 de octubre de 2014

Sesenta y cinco.

Dicen que la vida se pasa en tres segundos. Yo digo que son segundos inmensos. De los que no puedes detener, pero puedes disfrutar. Dicen que la vida sabe a poco, yo digo que solo hay que saber saborearla. Dicen que las personas cambian, decepcionan, se pierden y te encuentran, yo no digo ninguna de esas cosas. Piensan que insistir y persistir es cosa de locos, de gente que le importa tanto la vida que piensa que dura más de tres segundos. Yo digo que insistir es saber que deseas algo. Yo digo que persistir es tener la certeza de que puedes conseguir lo que deseas. Creen que los momentos que quedan en el recuerdo siempre serán más importantes que los momentos que tu quieras crear en el presente. Y yo soy de las que creen que si no tienes este presente lo suficientemente cuidado, los momentos del pasado que recuerdes no merecerán la pena. Porque la vida son caminos, laberintos, enredos, escapadas. Los momentos los escribes tú, los decides tú, los vives tú. Y qué sería de nosotros en una vida sin sabor, sin amarguras y dulzuras. Qué pasaría si yo fuera de las que creen que la vida dura tres segundos... Seguramente aun estando viva, me sentiría muerta. Y es que las personas más muertas son las que vivas se caban su propia tumba.

martes, 14 de octubre de 2014

Sesenta y cuatro.

Buscaremos infinitos imposibles. Encontraremos "para siempres" limitados. Viviremos en las más diminutas verdades. Y moriremos con las más inmensas mentiras. Porque sé que quiero escribirte, y sé que no quiero que leas lo que te escribo. Y que las contradicciones me ahogan. Me vacío porque cuanto más me lleno, más duelo. Exprimo mis últimas lágrimas y soy consciente de que te quiero desde lo más profundo de mi odio. Y qué vueltas da la vida para que yo acabe por pedirte que te quedes, justo antes de suplicarte que te vayas. Que no puedo seguir con esto, pero no puedo echarlo en falta. Y me sostengo en un hilo de ganas de abandonar, que nunca acaban por ser más fuertes que las de continuar. Y me convierto en mi propia guerra.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Sesenta y tres.

Me apetecía escribir y no voy a negarme el gusto de hacerlo. Pero sin nada que decir y todo por contar acabo por perderme en mis palabras y se me agotan los momentos de querer gritar a los cuatro vientos. ¿Nunca has estado lo suficientemnte confuso como para que te parezca lo normal sentirte así? Que tienes mil preguntas, no has respondido a ninguna, y se te plantean otras cien. Y el privilegio de escribir lo tengo. Pero da igual tu suerte si no la empleas en lo que realmente te hace feliz. Y si tu felicidad se basa en el hecho de perderte en tus propias letras, adelante. Eres tú contra el mundo. No estás sola pero no tienes a nadie. Decídete. O caes o te tiran. No pueden hacer nada por tí. Quiérete de una puta vez.

sábado, 30 de agosto de 2014

Sesenta y dos.

Como cuando despierto inventas la mejor historia que nunca vivirás. O como cuando sin imaginación imaginas un millón de cosas que nunca verás. O simplemente como cuando el pasado te parece tan lejano que el futuro se te hace cercano. Eres como intentar olvidar el sueño que hiciste realidad. Eres tan difícil como querer recordar cada momento sin que parezca una espina clavada en cada parte de tu cuerpo. Y aún así te adoro como si lo único que importara en este momento fuera vernos a nosotros mismos, juntos, en un futuro no muy lejano pero lo suficiente como para que sea imposible.

jueves, 7 de agosto de 2014

Sesenta y uno.

Todo es poco y nada es demasiado. Dime tú cuánto deseas tu mayor sueño y a cambio yo te dejo leer mi peor pesadilla.

domingo, 3 de agosto de 2014

Sesenta.

Cuando todo se termina y lo que queda es respirar aire sin oxígeno. Ya no sabes qué más hacer. Hacia dónde ir. O cómo avanzar. No puedes dar más pasos porque estás al borde del precipicio. Quisiste caminar tan rápido que nadie te alcanzó y ahora estás tan sola que ni te acuerdas lo que es intercambiar palabras. Y como todos chillan para pedir auxilio, tú te sientas a esperar algo que no va a llegar. ¿De verdad creías que esto iría a algún sitio? Hasta el más inculto en este mundo sabría que tú estabas dispuesta a dar un paso más y tirarte al vacío, y que él no sería capaz ni de dejar de gritar de miedo.

sábado, 2 de agosto de 2014

Cincuenta y nueve.

Pero como no podía ser de otra forma, todo pasa el día veintidós. Que no es por decírmelo a mí misma ni nada, pero autoconvencerme de que según el número de veces que escribas que estás bien, varían las veces que realmente estás bien, es algo que ya no me afecta. Y ahora entiendes. Entiendes nada y todo. Entiendes lo suficiente como para darte cuenta de que no merece la pena vivir por los demás. Ni por tí misma. Solamente has de asumir que vives en un mundo donde pase lo que pase, sigues viviendo aunque no estés lo suficientemente viva.

viernes, 1 de agosto de 2014

Cincuenta y ocho.

La vida son tres palabras y tú decides a quién se las escribes. El problema viene cuando nadie comparte las suyas contigo. Vacía.

lunes, 28 de julio de 2014

Cincuenta y siete.

Si eres la X en una ecuación, nunca te voy a encontrar solución porque soy un puto desastre. (Advertencia para cualquiera que entre en mi vida)

lunes, 30 de junio de 2014

Cincuenta y seis.

Sabes que me encanta la lluvia. Y sabes que no lo sabe todo el mundo. Y sabes que mi madre me dice que casi siempre huelo a lluvia. Y sabes que 'casi' no es suficiente.

sábado, 28 de junio de 2014

Cincuenta y cinco.

Es la peor sensación. El sentirse vacía por culpa de algo que debería llenarte. El perder el rumbo por un camino que supuestamente te conoces. Buscar, buscar y buscar, para solo encontrar lo que ya conocías. Es algo extraño. El pensar en el vacío interior. El no llorar, ni reir. Simplemente estar. Es raro pensar que una vez esto era lo dejaba que tu corazón siguiese latiendo. Ahora ya no sé qué nos queda. Un puñado de lágrimas y un montón de recuerdos... espero que al menos eso nos llene en un futuro.

domingo, 11 de mayo de 2014

Cincuenta y cuatro.

Dile al mundo que no me he rendido. Dile al mundo que no me he dejado caer. Dile al mundo que no existe el valor sin miedo. Dile al mundo que moría de miedo y vivía sin él. Diles que no me fui. Que me quedo. Que no lloro ni sonrío, pero tampoco espero. Diles que todo sigue igual de diferente. Y sobre todo, diles que vivan antes de nada. Que se dejen la piel en sus sueños de cada noche. Que se arranquen la cabeza por aquello que aman. Que no dejen los imposibles para luego. Sobre todo diles que yo estuve allí; y si no he estado, estaré. Porque al final no todo trata de ser recordado. La vida es hacerse recordar.

lunes, 7 de abril de 2014

Cincuenta y tres.

Cuando te obligas a tomar un camino que no es el tuyo. Y acabas por no respirar. Porque vives encerrada en una habitación que te ahoga. Y puedes oir los susurros del pasado queriendo decirte que te echa de menos. Y no lo crees. Porque las palabras se borran con el tiempo. Y a veces solo las decimos por no callarlas. Y menudo error ese. El de querer seguir adelante cuando sabes perfectamente que estás en la última página del libro. Porque solíamos esperar la lluvia de abril y los claros de enero. Pero ahora solo nos queda el frío imposible de agosto. El que se hacía más duro sin tus abrazos, sin tus brazos, sin ti. ¿Ahi arriba hace sol siempre?

jueves, 9 de enero de 2014

Cincuenta y dos.

Será que hay que creer en algo. Quizás tus vaqueros estaban demasiado desgastados y mi falda no me dejaba saltar las costuras. Que si es por creer, yo creo hasta en las mentiras dichas entre susurros por miedo a ser verdades dichas a gritos. Que si somos miles no somos muchos. Una misma canción, que con un par de acordes más, se vuelve interminable. Que si me visto a medias, a lilas y a ciertas no es por tí; es por mis fuerzas de guerrera que aunque ni yo las sienta, existen (creo, quiero creer y me gustaría creer que existen). Pero que acabamos como empezamos: hay que creer en algo, dicen. Y si de creer van las cosas, yo no me veo aquí. Que por creer, no me creo creíble. Y no creo que nadie quiera creerme. Por eso de que mis calcetines me lleguen por encima de las rodillas... No sé (no creo, mejor dicho).