domingo, 31 de marzo de 2013

domingo, 17 de marzo de 2013

Treinta y cuatro.

Casualmente todas las risas se parecen a la tuya, y eso que la tuya no se parece a ninguna. ¿Te crees que puedo dormirme antes de saber qué forma tiene la luna esta noche? Quizás manías, o quizás solo costumbres. Mamá déjame decirte que me arropes más fuerte hoy, que las estrellas no se ocupan de mí ya nunca más.

Treinta y tres.

Me estoy perdiendo. Ni siquiera he acabado la frase y ya sé que no, que no soy. Que me he perdido entre números y letras. Palabras que me pierden. Palabras que se pierden. Estoy en el punto en el que ni una mueca. Que me construyes un muro delante y ni me entero. Que mi cabeza ya solo piensa un una cosa. Y por eso he terminado en el suelo, otra vez. Pero mírame si ya ni siquiera puedo considerarme persona. ¿Qué me estoy haciendo? Nunca pensé que una misma podría sentirse tan, tan... es inútil; que ya ni las palabras sirven. Que como ya dije antes, me pierden, se pierden. Que difícil es no perderse, pero cuánto más es encontrarse.

viernes, 8 de marzo de 2013

Treinta y dos.

Porque esta vez solo quiero escribir. Quiero que sea una de esas en las que mis palabras ríen. Sin miedo. Sin ganas de abandonar. Simplemente tumbarme en la cama y cantar al olvido. Y es que recuerdo que solía tratar de esconderme tras esa libreta llena de tachones; ahora simplemente viajo, sin rumbo, sin una meta. Con un bolígrafo de tinta inagotable. Y me arropo con la sábana, y ahora estoy a salvo. Entre comillas. Que puede que simplemente quisiera creerlo. ¿Quién decide por nosotros? No lo sé. Pero esta vez será diferente. Sin miedo. Sin esas ganas de abandonar. Que sigo adelante, porque a pesar de estar hecha trizas, esos pedazos aún tienen ganas de vivir.

sábado, 2 de marzo de 2013

Treinta y uno.

Ya empezamos. Ya volvemos a las noches de estar muerta y no poder dormir. Ya volvemos a los días de "no quiero seguir". Ya volvemos a las andadas, a los caminos sin final, a las canciones imprecisas, a los besos sin color. Y es que vamos hacia atrás. Porque retrocedemos a los días de verano tumbada en la cama llorando. Volvemos a esas tardes encerrada en el baño, para que nadie me viera. Otra vez me busco bajo las sábanas de ayer, pero ni rastro de aquel "quiero salir de aquí". Y de nuevo, me vuelvo a buscar entre sueños. Entre tinteros y vinilos. Entre un montón de "¿y si hubiera...?". Pero no me encuentro. No me consigo. Me vuelvo a perder. Porque si fuera por mí, yo ya habría vuelto a las de antes. A las de levantarse a por un vaso de leche a media noche. A las de llegar a casa con ganas de más libros. A las de agarrar la tinta y escribir sobre la fuerza que parecía tener. Y mira que yo solía levantarme. Pero oye, que a veces cambiamos y no siempre para bien. Aunque mirame, nunca hice nada para bien. Y ya empezamos. Con las palabras a medio terminar, perdidas entre sombras de la noche, deseando encontrar una retina que las guarde. Y ya empezamos. Con la rutina de la falta de ganas. Y ya empezamos, solo para que me vuelva de cristal. Solo para caerme y romperme una vez más. Por eso, ya empezamos.