lunes, 19 de agosto de 2013

Cuarenta y cuatro.

Somos recuerdos mal recordados. De los que te atreves a prescindir. De los que duelen y profundizan. De esos que hieren si vienen en forma de canción, y matan si son un puñado de imágenes. Esos recuerdos que no pueden ser todo lo claros que nos gustaría. Demasiadas son las palabras dichas; o quizá demasiadas pocas. Y siempre nos sabía a poco el pasarnos las horas deambulando sin un destino fijo. Pero prometo que nunca pensé que llegaríamos a ser solo recuerdos. Y eso es lo que nos queda; supongo. El recordarnos. Aunque sigamos siendo recuerdos mal recordados. Porque yo te quise más de lo que recuerdas, y viceversa.

sábado, 17 de agosto de 2013

Cuarenta y tres.

El amor es cosa de valientes. Yo se lo dejo a los que están preparados. A los que cubren su corazón con unas cuantas armaduras de acero. Porque el amor no entiende. Amar es dejarse la piel y acabar por tirarse de los pelos. Es un reloj de arena, que se va consumiendo, que se va agotando. Amar va antes que nacer. Y qué desdichado el que dice no amar nada ni nadie. Y qué afortunados los enamorados de los atardeceres, de los grandes campos de amapolas y de la suave brisa del mar. ¡Qué afortunados los enamorados de la vida! Y es que los que aman, viven. Y si viven, aman. Y si amar no deja de ser algo para valientes, es porque todos tenemos ese valor.

viernes, 16 de agosto de 2013

Cuarenta y dos.

Lo que podríamos haber sido. Eso es lo que me asusta. Que aún retumban tus susurros en mis oídos. Y tus ojos siguen grabados en los míos. Me asusta el pensar lo que podríamos haber conseguido. Romper barreras, cerrar límites y acortar distancias. Porque fue asquerosamente fácil pasar de tenerte a dos centímetros de mi cara, a estar a cientos de kilómetros de tí. Y no me digas que no asusta. El recordar cómo me apartabas el pelo solo para verte reflejado en mis pupilas. Y cómo cada noche te sentabas a mi lado esperando que el destino nos trajera algo más que suerte. Asusta. El pensar que podríamos haber volado por encima de las nubes sin un mínimo riesgo de caer al vacío. Podríamos haber sido tan fuertes... Da miedo pensar en lo que podríamos habernos convertido. Y fuiste tú el que con tus palabras me dejó a medias. Con un verano a medias. Con una mirada a medias. Con una palabra a medias. Y asusta pensar que no fuimos porque no quisimos. Y más que asustar: intriga. Porque no quisimos, ni conseguimos, ni fuimos. Nos desvanecimos como las palabras que me susurraste al oído. Y es que podríamos haber sido, pero...