domingo, 2 de noviembre de 2014

Sesenta y seis.

Volverte hielo, frío, nieve. Machacarte el cerebro para que no duela el corazón. Pensarte a escondidas y a los cuatro vientos. En cada día, a cada hora; con cada gesto y por cada palabra. Te vuelves hielo. Y siembras en tus ojos una semilla de "todo va bien". Y cambias de guión porque sabes que esto es una película que nadie verá jamás. Y ahora eres nieve. Ahora mueres por todo y vives por nada. Y te conviertes en una mañana lluviosa de abril. En un susurro interminable de agosto. En una tarde fría (helada, congelada) de noviembre.