sábado, 26 de diciembre de 2015

Huele a coco y es morado

A partir de ahora pienso ser, no solo estar, no solo pasar. Me he dado cuenta de una vida de presentes, no futuros ni pasados. Quiero seguir siendo la almohada que huele a coco. Un bolígrafo prestado en tu mano que se siente como en casa. Un libro acabado a medio empezar. Quiero dar la vuelta a tu mundo porque del derecho ya te lo sabes de memoria. Quiero escribirte mil poemas que hagan competencia al que tú todavía no me regalaste. Por ser siempre tan poco conformista. Voy a pintar la pared de fotos que te recuerden al paso del tiempo entre mis manos. Que soy la estufa que no calienta pero te convence de que sí. Un intento fallido de fuego para sentirte cuanto más cerca mejor. Fallido porque no supe crearme algo más digno. Viajando en aviones que parecen nunca llegar a su destino. Un puñado de silencios cada madrugada. Voy a seguir escapándome a un ratito de perderme en los días más grises que existan. No quiero pasear por los tejados una noche de luna llena si no vas a mi lado; porque es luna, y sobre todo, porque es llena. Por ser algo más que brisas submarinas. Voy a crear un equipaje de canciones que me recuerdan a los dos. Equipaje de mano, para tenerte siempre susurrándome. Voy a ser tu primer y último día en la Tierra. Acomplejados complejos y desmedidos. Piénsalo, empezamos desde aquí, seguimos aquí, y no podríamos haber avanzado más. Ya no quiero nada si no es morado, si no es de bacon, si no huele al primer perfume. Tiempo, agujas que pasan y no cosen, segundos que cuentan y no sufren. Son solo momentos. Son todos mis momentos. Compartidos. Somos nuestros momentos, y no es momentáneo, te lo prometo.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Un pañuelo negro

Eras tan distinta que se me caían los ojos de tanto mirarte. Perfilada, sonrojada. Te acercabas con pocas ganas de sonreír. Yo también me adelanté dos pasos aunque nunca quise avanzar. Dejando la mirada redonda. Seguimos engañándonos tanto como odiándonos. Y es que a fin de cuentas eres tan parecida a mí que nunca lo acabaré por entender. Más profundo, solo la superficie, demasiado quieta. Un poco más cerca y menos ojos cansados. No es solo lo que se ve. Deja de ser mi reflejo que no quiero ser quien se refleja. Mira más adentro. Mírame cerrando los ojos. ¿Qué es una mirada llena de miedo en un mundo donde el valiente es el que mira? Eres tu propia valentía. Chica, arrópate esta noche que llega el frío y quizás no tengas ganas de otro café. Déjate de tantas mañanas de visitas o tantas visitas de mañana. Respira y que no te quiten el aire. Eres tan distinta que me duelen las legañas y las lunas llenas. Como cuando te pones ese pañuelo negro que no deja vivir al cuello. Que me encanta. Y que lo sabes. Y que siempre sigues llevando. Aunque yo no vaya de la mano. Porque ese pañuelo era tan distinto, y tú seguías siendo tan distinta, y yo te conocía tan bien...

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Será porque empieza Diciembre

Donde duele el miedo, grita el sueño y llora el frío. Dame un poco más de tiempo, que no hay prisa, no hay anhelo. Dos versos, un silencio. A tres metros de tu risa, ya pierdo la pista. Hasta que olvides el peso de un paso. Hasta que no quieras querer más mentiras, ni creer más verdades. No hay misterios en blanco, porque tú lo conviertes todo en negro. Ocho gotas de cielo. Temblando como tiemblas bajo cero. Suspirando como suspira el escritor mientras escribe su peor libro. Excelencia en los más mínimos detalles, en las letras, en un acento, en cada sonido. Y es que es verdad que no hay prisa, que contigo es más fácil que despacio pase rápido. O que rápidamente sea siempre lento y claro. Pero no tan claro como el brillo de la luna. Me hacen falta un par de notas. Un poco de silencio. Nada de resentimiento. Reencontrarnos el doble de veces de las que nos encontramos. Perdernos, buscarnos. Hacerlo fácil para que lo difícil deje huella. Todo de una, en una todo. Azul, rojo, pero sobre todo morado. De puntillas porque en bajito me da más tiempo a retenerte para siempre.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Acércate un poco más

¿Sabes? Yo suelo decir que estoy sedienta. Sedienta de más. De rincones perdidos, de paisajes nuevos, de gente distinta y caricias conocidas. Me gusta mirar los detalles en gris, porque en color ya los veo todos los días. Estoy cansada de los besos, los versos y los regresos. Me gusta pintar a oscuras porque así puedo imaginarme algo que ni siquiera sé si estoy haciendo. Estoy harta de las mil etiquetas que nos ponen en la frente. Que se deshacen, te deshacen. Que nos rompen, nos cierran y desprecian. No me importaría vivir helada si tus manos seguirán siempre igual de calientes. Huele a casa, a nuevo, a lluvia. Huele a detalles infinitos. Son las pecas, los lunares o las pisadas descalzas. Desnuda el alma a quien te vista la sonrisa. Que no es fácil vivir en un mundo de esclavos a sabiendas que tú eres tu primer dueño. Deja de susurrarte al pecho y camina derecho. Que yo no sé de rimas, ni letras, ni palabras… Que yo solo quiero verme escribiendo minutos de más. Pero sigo teniendo sed, de un poco más de ti. De tinta, papel y cuatro besos. De buenos días, tardes y noches. Que los mínimos detalles son los más infinitos. Que infinito no es nadie. Que te quiero escribir esto, porque ni nosotros somos infinitos. Y ojalá fuéramos más lentos que el tiempo.

martes, 13 de octubre de 2015

Una vez más

Eras tan distinta que se me caían los ojos de tanto mirarte. Perfilada, sonrojada. Te acercabas con pocas ganas de sonreír. Yo también me adelanté dos pasos aunque nunca quise avanzar. Dejando la mirada redonda. Seguimos engañándonos tanto como odiándonos. Y es que a fin de cuentas eres tan parecida a mí que nunca lo acabaré por entender. Más profundo, solo la superficie, demasiado quieta. Un poco más cerca y menos ojos cansados. No es solo lo que se ve. Deja de ser mi reflejo que no quiero ser quien se refleja. Mira más adentro. Mírame cerrando los ojos.

martes, 1 de septiembre de 2015

Algo más que decir

Podríamos escribir en la arena mil historias que las olas borrarían dos segundos después. Podríamos quemarnos los dientes de tanto sonreirle al sol. Podríamos romper el calendario, que vuelen los meses, parar el verano. Estar por siempre con las personas necesarias y en los lugares adecuados. Deberíamos habernos perdido en los silencios, y encontrarnos en cada grito. Porque juro que esto es vivir, y por si preguntan, yo nunca he sabido de otra forma.

martes, 5 de mayo de 2015

Ni uno ni otro

Tu maquillaje en su almohada y su perfume en tus sábanas. A besos, en silencio, sin prisa, corriendo. Desde el fondo del cajón hasta en los cuatro vientos. Parad los pies que se os va de las manos. Estáis acusados de demasiados delitos bien hechos. Una vez más. Sin respiración. Con pasos cortos. Con su sonrisa, tu mirada, sus miedos, tu falda. Hasta que alguien os diga que se acabó el silencio, que sois el infierno. No dispares que vamos a medias y si tú eres la bala, yo quiero ser la escopeta. Leerte del derecho, del revés, tumbada o de pie. Que me da igual si estás aquí o allí, te quiero en mí. Y pasan y pasan los pasos que pesan. Hasta que tengas que morderte tu lengua más fuerte de lo que mordías la mía. El precipicio no parece tan profundo visto desde mis ojos a través de tus ojos con nuestros ojos. Gracias por ser mi primavera cuando yo siempre he sido invierno. Porque te tengo en el punto de mira. Y creeme que no quiero mirar a otro lado. Aquí y ahora. Nos vaciamos tanto que nos llenamos. Aquí y ahora.

domingo, 1 de marzo de 2015

Agárrate

Me mataría verte caer al precipicio sabiendo que podría haberte agarrado la mano. Quiero escribirte a versos y que me despiertes en silencio. Porque mis palabras son susurros de ignorancia y quiero que sepas que no puedo dejar de mirarte los labios cada vez que hablas. Vamos a dejarnos caer al precipicio sabiendo que podríamos salvarnos. Porque estamos atados a una cuerda rota. Y me da igual tocar fondo. Solo quiero un límite. Y no quiero creer en la suerte. Solo quiero ponerte la condición de que sigas escribiéndome tus sueños en la nuca.

martes, 17 de febrero de 2015

Sesenta y nueve.

Mírame. Que quiero acordarme de tu pupila dilatada. Quiero grabar en mi retina tus malas caras de los lunes. Quiero que nunca se me olvide tu chaqueta azul de los días de lluvia. Y de la roja que llevabas solo porque era miércoles. Y quiero recordarte ingénuo, ambicioso. Mírame una vez más. Porque no quiero perder ni un detalle de tu sonrisa cuando te pones nervioso, tu manía de caminar despacio y tus pecas alrededor de la nariz. Quiero recordarte rivalizando contigo mismo y ganándote siempre. Y te vuelvo a mirar. Esta última vez para asegurarme de que después de una vida, la inconsciencia es la mayor conciencia de todas. Para darme cuenta de que empecé a verte conscientemente y a mirarte inconscientemente.

martes, 20 de enero de 2015

Sesenta y ocho.

Somos expertos en autoconvencernos. En hacernos creer que estamos sintiendo lo que queremos sentir y haciendo lo que queremos hacer. Sin embargo damos tantas vueltas a la cabeza cada noche, que es normal que acabemos convenciéndonos de lo contrario. Quiero decir, que a veces todo lo que queremos es lo que no tenemos solo por el hecho de que sabemos que no podemos tenerlo. Y a veces nos repetimos que lo que tenemos es lo que queremos, cuando lo que queremos es completamente opuesto a lo que tenemos. Pero ya que tenemos lo que tenemos, mejor eso que comernos más la cabeza por lo que queremos, ¿no?