jueves, 31 de octubre de 2013

Cincuenta.

Que es cosa del espejo. Al que nunca le caí bien (o es él el que me cae mal). Y de tanto esperar frente a él, acabé volviéndome loca. Que cada pisada me parecía una eternidad. Y una vez que me tumbaba, el mundo me daba vueltas. Que quizás nunca tendría que haber aprendido a desempañar el reflejo de mi desastrosa vida. A veces solo quiero secarme las lágrimas para seguir derramando más. Que no es fácil sobrevivir a una lucha interna. Pero sobre todo, no es fácil sobrevivir a un reflejo diario.

jueves, 10 de octubre de 2013

Cuarenta y nueve.

Para volver a recomponerme. Agarrarte la mano e intentar seguir adelante. Como quitarte la nieve de los zapatos. Eres como un río que no desemboca en el mar. Que a veces pensaba que nunca llegarías a leerme. Pero lo hiciste. Y conseguías que yo quisiera seguir escribiendo. Solo por si tú  volvías a leerme. Solo por si tu cabeza volvía a descomponerse y necesitabas mis palabras. Porque tienes la manía de hacerme soñar para nada. Que ahora ya no sé soñar si no es contigo. Que dejaste de ser uno más hace tiempo. ¿Y es que no lo ves? Que te siento en cada canción, en cada página de mi libro favorita. Que eres como oler un perfume en invierno. Como sentarse en una silla congelada.
Eres como escuchar a The Beatles por primera vez.

sábado, 5 de octubre de 2013

Cuarenta y ocho.

Hoy casi sonrío al espejo y juro que sienta bien hasta quedarse en el casi. Y menos mal que casi nadie me lee la mente. Ahí no sienta tan bien el casi.