sábado, 2 de marzo de 2013

Treinta y uno.

Ya empezamos. Ya volvemos a las noches de estar muerta y no poder dormir. Ya volvemos a los días de "no quiero seguir". Ya volvemos a las andadas, a los caminos sin final, a las canciones imprecisas, a los besos sin color. Y es que vamos hacia atrás. Porque retrocedemos a los días de verano tumbada en la cama llorando. Volvemos a esas tardes encerrada en el baño, para que nadie me viera. Otra vez me busco bajo las sábanas de ayer, pero ni rastro de aquel "quiero salir de aquí". Y de nuevo, me vuelvo a buscar entre sueños. Entre tinteros y vinilos. Entre un montón de "¿y si hubiera...?". Pero no me encuentro. No me consigo. Me vuelvo a perder. Porque si fuera por mí, yo ya habría vuelto a las de antes. A las de levantarse a por un vaso de leche a media noche. A las de llegar a casa con ganas de más libros. A las de agarrar la tinta y escribir sobre la fuerza que parecía tener. Y mira que yo solía levantarme. Pero oye, que a veces cambiamos y no siempre para bien. Aunque mirame, nunca hice nada para bien. Y ya empezamos. Con las palabras a medio terminar, perdidas entre sombras de la noche, deseando encontrar una retina que las guarde. Y ya empezamos. Con la rutina de la falta de ganas. Y ya empezamos, solo para que me vuelva de cristal. Solo para caerme y romperme una vez más. Por eso, ya empezamos.

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