viernes, 8 de marzo de 2013

Treinta y dos.

Porque esta vez solo quiero escribir. Quiero que sea una de esas en las que mis palabras ríen. Sin miedo. Sin ganas de abandonar. Simplemente tumbarme en la cama y cantar al olvido. Y es que recuerdo que solía tratar de esconderme tras esa libreta llena de tachones; ahora simplemente viajo, sin rumbo, sin una meta. Con un bolígrafo de tinta inagotable. Y me arropo con la sábana, y ahora estoy a salvo. Entre comillas. Que puede que simplemente quisiera creerlo. ¿Quién decide por nosotros? No lo sé. Pero esta vez será diferente. Sin miedo. Sin esas ganas de abandonar. Que sigo adelante, porque a pesar de estar hecha trizas, esos pedazos aún tienen ganas de vivir.

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