viernes, 16 de agosto de 2013

Cuarenta y dos.

Lo que podríamos haber sido. Eso es lo que me asusta. Que aún retumban tus susurros en mis oídos. Y tus ojos siguen grabados en los míos. Me asusta el pensar lo que podríamos haber conseguido. Romper barreras, cerrar límites y acortar distancias. Porque fue asquerosamente fácil pasar de tenerte a dos centímetros de mi cara, a estar a cientos de kilómetros de tí. Y no me digas que no asusta. El recordar cómo me apartabas el pelo solo para verte reflejado en mis pupilas. Y cómo cada noche te sentabas a mi lado esperando que el destino nos trajera algo más que suerte. Asusta. El pensar que podríamos haber volado por encima de las nubes sin un mínimo riesgo de caer al vacío. Podríamos haber sido tan fuertes... Da miedo pensar en lo que podríamos habernos convertido. Y fuiste tú el que con tus palabras me dejó a medias. Con un verano a medias. Con una mirada a medias. Con una palabra a medias. Y asusta pensar que no fuimos porque no quisimos. Y más que asustar: intriga. Porque no quisimos, ni conseguimos, ni fuimos. Nos desvanecimos como las palabras que me susurraste al oído. Y es que podríamos haber sido, pero...

No hay comentarios:

Publicar un comentario