sábado, 17 de agosto de 2013

Cuarenta y tres.

El amor es cosa de valientes. Yo se lo dejo a los que están preparados. A los que cubren su corazón con unas cuantas armaduras de acero. Porque el amor no entiende. Amar es dejarse la piel y acabar por tirarse de los pelos. Es un reloj de arena, que se va consumiendo, que se va agotando. Amar va antes que nacer. Y qué desdichado el que dice no amar nada ni nadie. Y qué afortunados los enamorados de los atardeceres, de los grandes campos de amapolas y de la suave brisa del mar. ¡Qué afortunados los enamorados de la vida! Y es que los que aman, viven. Y si viven, aman. Y si amar no deja de ser algo para valientes, es porque todos tenemos ese valor.

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