lunes, 7 de enero de 2013

Dieciséis.

Le mirabas a los ojos y le matabas poco a poco. Pero hasta desde el balcón dónde él te observaba cada día, se podía ver el dolor en tus ojos. Las ganas de abandonarlo todo. Él te trataba cual princesa de la Edad Media. Te soñaba cada noche a su lado, y al despertar, tú hacías cumplir su sueño. Pero tantas velas apagasteis, tantas plantas visteis marchitar, tantas veces os prometistes imposibles, que ya no queda nada. Solo queda un mísero trozo de pan, que dijiste sería como ver acabar lo que un día nos alimentó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario